CHIQUI, UN GOLAZO AL MACHISMO

Texto y Fotos: Haniel Valdés Velázquez

(Entrevista publicada en Radio Nuevitas)

“Éramos un grupito de cuatro niñas de la misma escuela y las otras chicas comentaban lo mismo que decían los varones: el fútbol es cosa de hombres”. Así era la realidad cuando ella estaba en octavo grado y empezó a practicarlo, ahora tiene 22 años y son muchas las anécdotas que puede contar sobre competencias y partidos tanto ganados como perdidos, eso sí, todos luchados hasta el final. 



Dianelis Acuña García es una joven camagüeyana apasionada por los deportes, no importa cuáles sean las lides, siempre está dispuesta a apoyar a su equipo. Disfruta de ver jugar a Los Toros en la Serie Nacional de Béisbol, de salir a caminar e irse de fiesta con sus amigos, pero nada le apasiona y vive más que cuando calza sus tacos, pisa el césped y comienza a hacer arte en eso que tanto ama y domina, el fútbol.

“En el equipo Cuba estuve a los 15 años. Participé en el campeonato nacional, esa temporada Camagüey se coronó campeón y nos seleccionaron a algunas para representar a nuestro país a nivel internacional. En el evento clasificamos luego de la primera ronda, pero en la segunda etapa quedamos en el camino. Aunque había jugadoras con mucha calidad individual, como equipo jugábamos un fútbol poco actualizado, con balonazos hacia delante mientras todas corríamos tras el balón, muy poca organización”.

Foto cortesía de la entrevistada
 

Sus amigos la llaman Chiqui y no hay mejor forma de describir su estatura, eso sí, fuera de los límites del terreno; basta verla en la cancha encarando rivales y pateando balones para entender la utopía de llamar de tal manera a una gigante. Su pelo largo en una cola de caballo persigue a un cuerpo que parece unido al balón, esa mirada de furia que asusta, no es rabia, es pasión.

“El fútbol femenino en Cuba necesita crecer más, principalmente en la organización de eventos nacionales que son la base para conocer y preparar a las atletas. En las competiciones donde pude participar, excepto alguna ocasión, el trato, las atenciones no eran para nada similares a los que reciben los hombres.

Falta bastante por hacer, existen muchos deseos de jugar por parte de las atletas y cuando tenemos la oportunidad le echamos ganas y jugamos al fútbol dando lo mejor de nosotras. Sin embargo, en ocasiones nos desmotiva como se nos puede dar de lado y quitarnos el valor que merecemos como deportistas. Este país tiene mucha calidad y hay chicas suficientemente preparadas para conformar un buen equipo de fútbol”.

 Dianelis se encuentra aún en plena forma física para ocupar su puesto como defensora en cualquier equipo, pero con la misma motivación que se entrega a la cancha y la alegría con que celebra sus goles se ha dado a la tarea de formar a pequeñas en los caminos de ese deporte que es parte inseparable de su vida.

“Fui a varias escuelas buscando muchachitas interesadas. Cuando llegaba a las aulas ninguna quería, presionadas quizás por la opinión machista de sus compañeros. Cuando les decía que yo era futbolista y les contaba algunas anécdotas y detalles entonces se motivaban a entrenar. Escogimos casi 20 niñas de Secundaria Básica, una edad complicada porque intervienen varios cambios físicos, hormonales y de carácter, que las hace de un día para otro cambiar de opinión y dejar de practicar”.

Como entrenadora asegura que trabajar con mujeres es complicado, pues muchas veces la sociedad juzga a las que se deciden a practicar el deporte y las desmotiva. Queda mucho por cambiar en la mentalidad de las personas para que algunas niñas que desean practicar fútbol se decidan a hacerlo sin sentirse malmiradas por el resto.

 Recién egresada de la facultad de Cultura Física Manuel Fajardo de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, la Chiqui se integró a un combinado deportivo de la ciudad principeña, donde podrá dedicar toda su pasión a preparar niñas que como ella, sueñan con un balón en los pies.

En la última edición de la Universiada Nacional, las féminas compitieron sobre el tabloncillo de futsal, Dianelis y sus compañeras de equipo se sintieron agasajadas por un público heterogéneo que coreó los goles, lamentó los palos y abucheó al rival, dispuestos a mostrar su apoyo a ese equipo de chicas que demostraron que el fútbol no es solo cosa de hombres. 



 

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