BENIDORM, LOS COLORES DEL MEDITERRÁNEO

Texto: Haniel Valdés Velázquez

Fotos: Thalía Arango

Agradece el cielo la compañía, y es que la ciudad tiene sus techos bastantes alejados del suelo. La primera foto que vi me llenó de curiosidad, las playas me recordaban las tantas escenas de Rio de Janeiro que había visto en novelas, la arquitectura era una suerte de mezcla entre Seattle y Dubai, o al menos eso me pareció al inicio. 


Luego supe que no se trataba de ninguna de las opciones que había pensado y mientras más fotos suyas veía más única y diferente la sentía. La “Nueva York del Mediterráneo”, así la llaman.

Benidorm es una ciudad española de la provincia de Alicante, en la Comunidad Valenciana. Lo que destaca de su urbanismo es el poseer la mayor cantidad de rascacielos en toda España, pero su esplendor va más allá de la arquitectura y su constante asedio a las nubes.

Me resulta imposible hablar con la propiedad de quien tuvo o tiene la suerte de visitarla, pero bastó una fotografía para quedar enamorado. Ubicada a orillas del Mediterráneo tiene la magia que solo esa región conoce, atardeceres que logran desafiar la paleta de colores, la templada brisa que encara al más cálido de los veranos.

Luminosas noches al reflejo de los vidrios interminables que visten los edificios, acompañados del sonido hermoso e inconfundible de las olas. Suerte de balcón único al Mediterráneo, no importa la hora del día o la noche, siempre presta a regalar la más asombrosa de las vistas.

Como si la antigua Europa, donde se ubica, fuese no más que un recuerdo tiene su propia arquitectura, su propio clima, su propia vida. Benidorm pareciera siempre despierta, arreglada, maquillada y lista para enamorar a quien pretende descubrirla.

“Lo primero que me sorprendió al llegar a la ciudad fue cuando pasé de ver montañas de tierra árida a ver edificios. Una ciudad cuyo límite es el mar, pareciera que los edificios están en el agua”, así recuerda Talía Arango la primera vez que llegó a Benidorm. 

 Ella no puede parar de hacerle fotos a la ciudad. Y es que Benidorm, coqueta, se viste de infinito abrazo entre mar y cielo, maquillada de colores, regala los naranjas y rosas del atardecer mediterráneo.







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