YORDANIS Y LAS DOS CARAS DE LA COVID - 19

 Por: Haniel Valdés Velázquez

Durante el tiempo que lleva el mundo padeciendo la pandemia causada por la COVID – 19, muchas son las historias que se han contado sobre personas que padecieron la enfermedad, así como otras que se enfrentan a ella ayudando a los pacientes positivos. 

Yordanis López García, estudiante de cuarto año de medicina en la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, estuvo a ambos lados de la lucha contra el coronavirus, llegó a la Zona Roja dispuesto a enfrentarla y contrajo la enfermedad antes de regresar a su casa, luego de sanarse regresó a enfrentarla como médico, al lado del paciente, hoy, alista de nuevo la mochila y planea entrar por tercera vez como voluntario de Zona Roja. 

“Recuerdo que al principio me daba un poco de miedo, pero sentía que debía hacerlo y tenía la certeza de que todo saldría bien. Mi mamá, se preguntaba de dónde me salía esa idea tan loca, hasta que logré hacerle entender que esta fue la carrera que escogí y el camino que decidí transitar”. 

Yordanis sabía que arriesgaba su vida, que estaría cara a cara con una enfermedad mortal, pero la entrega a la profesión que escogió lo hizo no dudar, su deber era allí, donde más lo necesitaban.

“El riesgo estaba, sí, pero mis ganas de ayudar también, y estas últimas terminaron siendo más fuertes que todo lo demás. Al inicio hubo dudas, incertidumbre, pero me convencí de que estaba haciendo lo correcto”.

PRIMERA ENTRADA

“Llegado el día, me despedí de mamá y avancé hacia un mundo que me reservaba un futuro bastante incierto para hacer planes. Ya dentro de la Zona Roja, mis compañeros y yo encabezamos el segundo grupo de estudiantes voluntarios al enfrentamiento de la COVID - 19 en Centros de Aislamiento de la provincia”. 

“Laboramos en los servicios de mensajería, ropería, lavandería, transporte de alimentos y funciones estadísticas, durante 14 días. Fueron los más emocionantes de roda mi vida. Durante ese tiempo llenamos de esperanza a todos nuestros pacientes, se volvió religión salir a los balcones a aplaudir tras el llamado que nos hacía la algarabía contagiosa de los ingresados, repartimos alegría y sobre todo esperanzas”. 

“El cumpleaños de una pequeña a la que le robamos la sonrisa, las lágrimas de agradecimiento de una señora y las cálidas bendiciones de un señor al que no le alcanzaba la voz para agradecernos, son recuerdos que jamás olvidaré”.

Así recuerda Yordanis López su primera incursión como voluntario en un centro de aislamiento por donde pasaron decenas de personas positivas a la enfermedad causante de tantas muertes a nivel mundial.

 LA INESPERADA NOTICIA

“Luego de tantas emociones bellas llegó algo que cambió el rumbo de mi vida de una forma muy brusca. El 15 de febrero a las 6:00 de la mañana, recibí una llamada  telefónica que me despertó, la enfermera de mi área de salud me avisaba que había salido positivo al PCR del día anterior”.

Recuerda muy bien Yordanis como el mundo se le vino encima. “Creí que era el final de todo, pensé que la vida acababa en ese instante, no me quedó más remedio que romper en llanto. Grité lo más alto que pude, me arrodillé pidiendo al cielo que fuera una pesadilla, me pellizcaba con fuerza para ver si despertaba, pero no pudo ser, esa era mi realidad, cruda, pero la mía”. 

“Siempre estuvo allí el apoyo incondicional de mis compañeros, de todos y cada uno de ellos. Llegada la hora de mi traslado para el Hospital, sentí que se me iban las fuerzas. Cuando me di la vuelta frente al ómnibus que me iba a trasladar, y vi a todos mis compañeros frente a sus habitaciones haciendo con sus manos juntas la forma de un corazón, inmediatamente comencé a llorar de la emoción, aunque debo confesar que eran sentimientos encontrados, y mis amigos sin pedir explicación aplaudieron con toda su fuerza y mientras más yo lloraba, más fuerte aplaudían”.

Así salió como paciente del lugar al que había llegado como voluntario, vendrían días difíciles en lo adelante, pero estaba dispuesto a salir victorioso. 

“Ya estando en el Centro de Aislamiento de la facultad preparatoria de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, recibí tratamiento médico, pero siempre mantuve en mi mente la idea de regresar. En mis redes sociales, muchos me criticaron, decían que eso me pasaba por querer dar más de lo que recibía. Jamás faltó quien me juzgara, pero siempre me sobraron amigos que me apoyaron hasta el final, esos compañeros que se volvieron familia con cada tienes que comer o con sus no llores más”.

SEGUIMOS PA´ LANTE

“Recuerdo la gran polémica que causó el hecho de que yo publicara la idea de mi regreso. Cuando fui dado de alta, la alegría volvió a tomar su lugar en mi vida. Estando de regreso a casa, le comuniqué a mi mamá que regresaría a Zona Roja justo después que terminara mis consultas de convalecencia”

"Dado el momento empaqué mis cosas y emprendí un nuevo viaje, esta vez se trataba de el mismo lugar donde fui paciente. Aquí la labor de desempeñamos mis compañeros y yo fue labor médica, nos encargábamos de la evolución, recepción y clasificación de los pacientes positivos a la COVID – 19 (siempre bajo la supervisión médica). Sentía que estaba devolviendo el favor, me sentía realizado, dichoso, útil y sobre todo me sentía mejor persona o quizás mejor profesional, ya había estado del lado del paciente y esta vez estaba del lado del médico”.

Él sabía por experiencia propia que cualquier descuido podía ser perjudicial, tanto para él como para sus compañeros. Era su segunda vez como voluntario en Zona Roja y se acababa de recuperar de la enfermedad, debía cuidarse el doble. 

“Esta vez las medidas fueron más extremas, sentía miedo hasta de mi sombra, temía a una reinfección. Temía decepcionar a los que creyeron en mí, a los que me apoyaron y sobre todo a mí mismo. Temía, y eso me hizo vencer, pues gracias a dios, en esta maravillosa ocasión todo el equipo de trabajo salió con PCR negativo. La misión se cumplió como estaba previsto, otra vez gritaba con todas mis fuerzas, pero era de alegría, era un poco de esa misma alegría que días atrás había repartido, era un poco de ese entusiasmo con el que había trabajado, era un poco de esa paz que había regalado. Era simplemente yo, siendo esta vez feliz”.

Yordanis López García pudo terminar su historia hablando del agradecimiento de los pacientes, de los conocimientos que adquirió al estar en Zona Roja, pero en lugar de eso, el joven santiaguero se despide feliz de iniciar una nueva historia:

“El día 24 de abril, es mi nueva entrada, la tercera, estoy deseando saber que sorpresas guarda esta nueva etapa”.

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